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Todo comenzó hace veintiocho años, cuando el explorador submarino Jacques Cousteau dijo algo que cambió toda la trayectoria de la vida de Rutherford Seydel.

“Dentro de 200 años, el mundo será aniquilado”.

Cousteau no dio más detalles, pero no necesitaba hacerlo. El comentario molestó a Rutherford lo suficiente como para hacer que cambiara su perspectiva, hábitos y acciones hacia aquellos que eran más sensibles con el medio ambiente. Comenzó a conducir un automóvil eléctrico, a compensar sus viajes y a adherirse a una dieta estricta basada en plantas. Incluso construyó una de las primeras casas con certificación LEED del país, convenientemente equipada con inodoros de agua de lluvia y papel tapiz cosido con periódicos viejos.

Su conversación con Cousteau, junto con décadas de conocimiento adquirido, lo llevaron a darse cuenta de que los organismos más importantes, el fitoplancton, estaban siendo pasados ​​por alto por la comunidad científica y los principales medios de comunicación.

Estas diminutas bacterias marinas son una potencia ecológica y están inextricablemente vinculadas con el bienestar de nuestro planeta. Regulan el clima, forman la base de la cadena alimentaria marina y sirven como sumidero masivo de carbono. De hecho, es poco probable que veamos una mejor tecnología de captura y almacenamiento de carbono que la que proporcionan el fitoplancton y las plantas terrestres.

Con esa razón en mente, Rutherford fundó Oxygen Short, Inc., una organización sin fines de lucro dedicada a brindar servicios a proyectos con el medio ambiente en mente.